Tiene un talento afiladísimo para el directo; sus muecas grotescas, su forma de medir los tiempos, improvisar y hacer que las risas formen parte de los guiones, le hacen ganarse apodos como `la Chaplin con faldas´ o la `rompe-taquillas´. No será diferente su éxito en televisión. A mediados de los noventa ella es la elegida para destrozar todos los audímetros con sus representaciones televisadas y sus series. Sin embargo, es durante estos años cuando Lina Morgan sufre los mayores golpes en su vida personal, pero ninguno logrará apartarla de su trabajo, de lo que ella creía una responsabilidad con su público.